Introducción
Bienvenido a este artículo informativo sobre lo que conocemos como enfermedades del amianto, generalmente de carácter pulmonar: la asbestosis, el mesotelioma, el cáncer de pulmón, etc. Pretendemos explicarte de la mejor manera posible los problemas de salud consecuencia de una exposición al amianto (también conocido como asbesto): síntomas, diagnóstico, tratamiento y pronóstico vital.
La información es poder y de esta manera estamos seguros de que podremos limitar al máximo las exposiciones ocupacionales al maldito amianto, frenar su uso denunciando sus terribles consecuencias y conocer nuestros derechos en caso de padecer cualquier abuso a este respecto. No podemos olvidar que se producen anualmente más de 100.000 muertes directamente relacionadas con la exposición al amianto, que se ceban en particular con los hombres, trabajadores tradicionales del amianto. En España, por cada millón de habitantes se producen cinco fallecimientos.
Pero lo peor está por llegar: la epidemia del amianto no llegará a su cénit hasta al menos dentro de 10 años en las naciones más industrializadas y en 20-30 en las que están experimentando ahora un rápido (y desregulado) crecimiento urbanístico e industrial. Los casos de asbestosis y de mesotelioma serán motivo de todavía una mayor alarma médica y social.
Lo peor de todo es que las enfermedades del amianto son fácilmente evitables si existe voluntar política y empresarial para ello. Afortunadamente, en los países occidentales se han aprobado regulaciones muy restricticas que limitan el uso al máximo. El problema es que no siempre se respetan en la vida real: ¿quién no conoce a obreros que se han visto obligados en su trabajo a retirar materiales contaminados con amianto, como placas de uralita, sin la debida protección? Y es que cabe destacar que ninguna exposición directa al amianto (incluyendo el crisotilo, el más usado en la construcción) es segura.
El amianto es una causa demostrada de neoplasia (cáncer) en las personas. Todos los tipos de amianto han demostrado tener efecto carinogénico en seres humanos tanto por la Organización Mundial de la Salud como por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer.
Es por tanto más necesario que nunca que les exijamos a nuestros gobiernos la elaboración de una serie de estrategias encaminadas a identificar a cualquier persona expuesta al amianto (exposiciones ocupacionales, es decir, en el trabajo, y no ocupacionales) con el fin de medir su grado de exposición al amianto o asbesto y, en última instancia, realizar el oportuno seguimiento preventivo para controlar la aparición de cualquier enfermedad pulmonar relacionada. Solo así podremos ganarle la batalla al amianto.
¿Qué es el amianto?
Por amianto o asbestos nos referimos a un grupo de minerales, de naturaleza fibrosa, formados por alúmina, silicato y hierro. Aparece en el medio natural por lo general con un aspecto traicioneramente atractivo (llamativas fibras de inmaculado color blanco, de tacto parecido a la seda y con un alto grado de flexibilidad. Incluso famosos directores de Hollywood llegarían a usar el amianto en sus películas en la primera mitad del s. XX.
El amianto o asbestos, mineral conocido por el hombre desde hace ya más de dos milenios, fue desgraciadamente considerado en su día como milagroso, al ser resistente al fuego, prácticamente imposible de destruir y muy aislante: su receta para el éxito estaba asegurada. A partir de 1930 se usó a escala industrial en todo el planeta y en los años 70-80 la presencia de este material era ya casi omnipresente: la receta perfecta para el desastre.
Es fácil, incluso hoy en día, toparnos con este enemigo de la salud, ya que se encuentra en construcciones diversas, en techos, en termos, en coches, en planchas, en tuberías, en elementos de fontanería, como material aislante, en vigas y así siguiendo una interminable y mortal lista.
El amianto tiene como arma el polvo de sus fibras. Se genera cuando se extrae, manipula y usa. Por desgracia, es muy dañino para el ADN celular y causa procesos oncológicos (cáncer) con gran facilidad. Nadie puede dudar la demostrada relación causa-efecto entre exposición al amianto y neoplasias pulmonares.
Una sola exposición es perjudicial para la salud, pero no digamos ya el terrible efecto acumulativo que tiene la exposición reiterada a las partículas de polvo de asbestos/amianto, así como a sus vapores. Cuando penetra de manera continuada en las vías respiratorias origina enfermedades pulmonares graves, como el cáncer de laringe, el mesotelioma (cáncer pleural), el cáncer de pulmón o la asbestosis, siendo todas estas las de pronóstico más complicado.
Todas las enfermedades producidas por exposición al amianto tienen un origen común. El hecho de desarrollar una u otra patología radica en el tipo de partículas de amianto inhaladas, ya que su tamaño afecta de diferente manera al cuerpo humano. Por ejemplo, las partículas de mayor tamaño se depositan en el tracto respiratorio superior. En cambio, las de menor tamaño, logran llegar al pulmón y, allí, se quedan almacenadas e invaden los delicados alveolos, sin que el impotente sistema inmune logre librarse de ellas al ser casi imposibles de destruir: lo que era considerado una ventaja en el material se convierte ahora en un grave problema. El desarrollo de las enfermedades producidas por el asbesto no se produce hasta pasados unos quince o treinta años, así que hablamos sin duda de un enemigo silencioso y traicionero capaz de hacer acto de presencia cuando uno menos se lo espera.
Las dos enfermedades pulmonares del amianto más frecuentes
Pasaré ahora a hablar brevemente de las dos enfermedades pulmonares principales desencadenadas por el amianto o asbestos (más adelante publicaré artículos detallados sobre cada una).
La asbestosis
La asbestosis se trata de una enfermedad del pulmón originada por haber inhalado en el pasado fibras de amianto/asbesto. Es considerada como una enfermedad profesional. Destaca por producir fibrosis pulmonar. Desgradiacamente, no suele llegar sola a la vida del paciente: hay interrelación con la presencia de mesotelioma (cáncer pleural) y de cáncer de pulmón.
La asbestosis se produce después de que, tras años de acumulación de fibras de amianto y de intentos de los macrófagos pulmonares de librarse de él, se formen cicatrices que merman el correcto funcionamiento del pulmón, de manera irreversible.
Como ya he dicho, sobreviene décadas después de la exposición a amianto. El grado de gravedad que revestirá el mesotelioma variará en función del nivel y duración de la exposición al asbesto.
Sus síntomas principales son dolor en el tórax, tos y flema, y dificultad para respirar (disnea).
Por desgracia, no existe cura para la asbestosis. Con frecuencia será necesaria la terapia con oxígeno en casa del paciente para aliviar la disena y corregir las carencias de oxígeno derivadas de tener una función pulmonar limitada. Es importantísimo que en caso de que el paciente sea fumador, deje de fumar inmediatamente, para no exacerbar los síntomas, ya de por sí molestos, de la asbestosis.
El mesotelioma (cáncer pleural)
El mesotelioma o cáncer pleural es un tipo de cáncer que surge con la reproducción incontrolada de las células del mesotelio (la capa de protección que reviste una gran cantidad de los órganos presentes en el organismo humano). El amianto es casi en el 100 % de los casos el responsable de su aparición.7
El mesotelioma tiene, por lo general, predilección por la zona del revestimiento de la pared interna del tórax y de los pulmones (lo que se conoce como pleura). Ahora bien, puede darse también con menor frecuencia en el la zona del corazón (pericardio), la zona testicular o el peritoneo (zona abdominal).
Los pacientes que presentan mesotelioma han estado implicados en tareas en las que estuvieron expuesto a polvos o fibras de amianto/asbestos, por lo que esta es también considerada enfermedad profesional o ocupacional. Hay indicios que sugieran que el hecho de lavar prendas de un familiar con contacto directo con amiento incrementaría el riesgo de padecer también mesotelioma, aunque hay controversia en torno a esto.
Por último, cabe destacar que, contrariamente al cáncer de pulmón, no se ha logrado demostrar la existencia de una relación causa-efecto entre fumar tabaco y padecer mesotelioma. Ahora bien, fumar sí que está demostrado que incrementa los riesgos de sufrir otros procesos oncológicos causados por el maldito amianto.
Hace poco LaSexta publicó un interesante documental sobre el negocio del amianto. Puedes verlo aquí.